30.12.06

Otra piel





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Un poema mío escrito en otra época y pensando en la entidad amorosa abstracta, con rastos ideales que soñamos con conocer algún día, hablaba de otra piel que buscar más alla del interlienado.
Pues bien. La entidad como ya se sabe a estas alturas ha aparecido. Ha dejado de ser una fábula, un sueño surgido en noches oníricas de navegar a la deriva y ya tiene nombre, rostro, apellidos y piel
Y fuera de esa preciosidad del interlineado aquí estoy yo alienado, atontado, tras haber conocido esa otra piel.
Cerati dice que "si el mensaje es otra piel, toquemonos más, con mensajes de deseo".
El sabrá lo que dice pues ha tenido la suerte de trabajar con Shakira y producir su último album.
Hace mese lo enviadiaría, hoy no. Yo tengo más que suficiente con mi otra piel.
Lo malo que las circunstacias hagan que las conferencias piel a piel no sean posibles por el momento.

12.12.06

Unhas pinceladas sobre Carmen




Hoxe Carmen avisoume de que José Luis Alvite lle adicara unha columna de opinión que se pode ver no Faro de Vigo e en La Opinión. Para min é todo un luxo, pois penso que é unha das mellores plumas á hora de afrontar un artigo de opinión. Unha lastima que noutros puntos do estado non disfruten da escrita de Alvite.
É certo que o escritor retrata a Carmen dun xeito un pouco pesimista, da a imaxe dunha rapaza vencida ás veces polas circunstancias. Así é moitas veces, pero noutras ocasións sabemos que tras esa fachada se atopa unha persoa capaz de infundir optimismo aos que están ao seu arredor e a necesitan, aínda que ela este tan mal ou peor que quen a acompaña.
Para quen coñeza a Carmen, non fará falta leer o artigo de Alvite, ainda que o recomendo porque paga a pena, para quen non a coñeza que lea e saque conclusións de como é. Eu sinto non poder ter ido ao seu cumpreanos. O ano que ven non faltarei.


ASPERO Y SENTIMENTAL

Colega bajo la lluvia


JOSE LUIS ALVITE

A veces Carmen me daba algo suyo a leer antes de despacharlo.
La acerqué a su casa en coche unas cuantas veces y siento no haberlo hecho en más ocasiones. A ella le incomodaba pensar que por hacerle aquel ridículo favor me desviase de mi camino. Nunca le hice una confesión así, pero mi colega periodista era un ser especial, una mujer interior y afligida, una de esas chicas cuya casa siempre la cae a tu coche camino de la tuya. Escribíamos sentados frente a frente en la delegación del periódico en Compostela y aunque no hablábamos mucho, lo cierto es que estábamos tan compenetrados en nuestro silencio, que incluso nos turnábamos para toser. Hace un par de años caí en una larga depresión que me mantuvo largos meses apartado del periodismo, y cuando regresé a la actividad, decidí retirarme a escribir en casa. No sé en qué ocupa Carmen Villar su nostalgia, pero quiero que sepa que una parte de la mía la empleo en acordarme de ella, como me ocurre hoy, que he puesto en los auriculares una de esas melodías de Henry Mancini que parecen escritas para evocar la melancolía y la luz de las chicas tan delgadas y tan personales como aquella colega periodista a la que, no sé por qué, siempre imagino plantada bajo la lluvia frente a una tienda de paraguas recién cerrada, aterida a medias por la inspiración y el cansancio, triste y a la vez entusiasmada, en mitad de una calle en la que ella fuese lo único interesante que esté ocurriendo. Carmen Villar es mucho más joven que yo pero jamás quise saber su edad, porque las chicas como ella tienen la edad de las historias que escriben, y cuando no escriben, muchacho, cuando no escriben, las chicas hondas y tristes como mi inolvidable colega periodista tienen al edad de la última vez que no lloraron. A Carmen Villar no le recuerdo muchos momentos de gloria emocional porque siempre ocurría en su interior algo que le hacía daño. Yo trabajaba sentado frente a ella y recuerdo muchas de aquellas tardes en las que la vi escribir completamente íntima y derrotada, envuelta en la discreción del humo de nuestros cigarrillos, que también a mí me servía para disimular la soledad y el desánimo. Creo que tendría que haber hablado más con ella, preguntarle por sus emociones, decirle cualquier cosa con cuyo aliento pudiese apartar durante un rato aquel muro de humo en el que siempre era invierno. A veces Carmen me daba algo suyo a leer antes de despacharlo. Recuerdo haber leído cosas suyas que con un par de arreglos podrían haber sido publicadas en uno de esos exquisitos periódicos editados para ser leídos exclusivamente mientras sorbes lentamente un café servido en la cola del piano. Tenía garra y recursos, emoción y descaro, y sufría mucho porque luego alguien le metía las tijeras y en la poda quedaban milagrosamente a salvo el árbol y las hojas, pero se habían desvanecido la sombra, el viento y los pájaros. A veces pienso que Carmen Villar se habrá sentido muchas veces como se sentiría el ilusionista al que le obligasen a hacer con topos el elegante y airoso truco de las palomas. Nunca se lo dije, pero lo cierto es que sufrí cada una de sus decepciones como si me concerniesen tanto como a ella. Entonces esperaba a que surgiese la rara oportunidad invernal de llevarla en coche hasta su casa con los rodeos que necesitase para darme tiempo a mostrarle mi apoyo y decirle que sabía como se sentía en aquel momento y ofrecerle como solidaridad la música seleccionada en el ambiente del coche para que el corto viaje hasta su portal le pareciesen quince minutos atravesando París por las calles de otra ciudad mojadas ex profeso para ella con la afectuosa lluvia del cine. Pensé tranquilizarla, pero nunca me atreví. Ahora hace mucho tiempo que no la veo pero, las pocas veces que telefoneo a la delegación del periódico, pregunto por ella sin que probablemente lo sepa. Lo cierto es que la echo de menos y que me gustaría estar a su lado para entregarle personalmente una nota que ha pasado en mis bolsillos más tiempo que mis manos: "No sufras, amiga. Tú y yo tenemos sobre la gente feliz la ventaja de saber que en realidad la vida no es otra cosa que un cadáver mal enterrado"...

4.12.06

Tocar el cielo y el suelo al mismo tiempo







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Uno ya está de vuelta. Se han despejado dudas. Se han caido mitos y otros han nacido.
15 días. De ellos los 4 primeros para olvidar. Me plantee si había traido un mal fario conmigo. Inspección de vivienda, multa a una conocida por mi culpa, perdida de móvil, cámara de fotos, rotura de 3 pares de calzado....
En fin. Pero lo bueno es que despues los 11 días siguientes Raisa consiguio que todo eso quedase en anécdota para contar. Me he empapado de la gente de La Habana y de la lluvia también, pues nos pilló un chaparrón uno de los días. Allí dejo una familia, pues así me han tratado como uno más.
Uno no se imagina antes de llegar que gente para la cual hasta hace unos meses eras un extraño sea capaz de tratarte de ese modo. De todos me llevo un buen recuerdo. Un árbol genealógico y familiar entrañable, amable y sincero que me ha dado cobijo en estos días. Y que por otro lado también ha hecho un poco de leña con mi corazón al dejarlos allá. Aquí tengo una familia de la que estoy orgulloso, pero si esta familia no existiera, tendría mis serias dudas a la hora de afrontar la vuelta.

En el Centro Gallego lo mismo he visto como su presidente Antonio Cougil entrañaba la hospitalidad del gallego asentado fuera hacia el paisano que los visita. Realmente insuperable como anfitrion y digno representante de la galleguidad.

Pero luego he visto como el sistema hace aguas. Como la gente pasa penurias, como la cartilla de racionamiento contrasta con la disponibilidad de productos si tienes dinero. La corrupción del funcionariado. La propaganda televisiva, periodística y un culto a la personalidad fideliana desmesurado.Todo esto es la cruz.

La cara, la parte buena pues ese rostro, esos ojos profundos con mirada de niña primeriza en los veranos atlánticos. Solo por verlos ya valió la pena semejante travesía. Raisa me ha dado mucho, 11 días que han sido seguramente los mejores de mi vida. Espero poder compensarlo y espero que no se quede en una breve y fugaz estancia. Que haya más y que pronto podamos estar juntos. Con ella he aprendido mucho tal y como dice la canción que suena al pinchar este texto.
En todo caso tal y como dice David Blanco, un rockero cubano, más vale amor en la Habana que estar tirao en Madrid. Que así sea. X love R. ;)